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Jerez

Los dos últimos vendedores del mercado de La Plata

Antonio González y José Antonio Jiménez regentan los únicos puestos de la plaza de abastos. Se sienten abandonados por el Ayuntamiento y la asociación vecinal

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Antonio González y José Antonio Jiménez regentan los dos únicos puestos que aún funcionan en esta plaza de abastos

José Antonio Jiménez Chico, el pescadero de la plaza

Antonio González, el zapatero

Antonio González

Antonio  González y José Antonio Jiménez Chico son el zapatero y  el pescadero de la Plaza de Abastos de La Plata.  Desde hace casi una década, sus puestos son los únicos que siguen abiertos al público en el histórico mercado de una de las barriadas más antiguas de Jerez. Los dos han sobrevivido a la fuga de comerciantes desde la crisis económica de 2008 y hasta a una pandemia. Los dos tienen una clientela fiel. Y que no les falte. Son la resistencia. “Los últimos en cerrar fueron la carnicería y la frutería hace nueve años”, cuenta Antonio. La cosa se puso tan mal que también les toca hacer de conserjes e incluso de vigilantes si les apuras. “Nosotros abrimos y cerramos todos los días (de martes a sábado). El Ayuntamiento se ahorra un dinerito porque había dos conserjes (las instalaciones tienen dos accesos) y cobraban 1.800 euros cada uno. Se fueron de aquí con el ERE. También teníamos un vigilante de seguridad por las noches”, explica.

Eran otros tiempos. Los propios vendedores pusieron el rótulo de la puerta principal, que ya no se puede leer porque lo apedrearon “unos niñatos”. Aunque apenas les separa unos 70 metros de distancia, la distribución de la plaza les impide verse físicamente, por lo que “nos damos una voz” para controlar que todo está en orden sin ausentarse de su tenderete. “Hay que tener cuidado, más de una vez ha entrado gente con la mano muy larga”, dicen cuando salimos al exterior para hacerse la fotografía de este reportaje. 

Pero, ¿cómo se ha llegado a la situación actual? Antonio recaló en La Plata en 2004 y ahora casi no tiene competencia ni en la zona ni en Jerez. Es un referente en este oficio tan tradicional que se está extinguiendo. “Cuando llegué ya estaba el euro pero la cosa aquí estaba bien. La gente empezó a irse por la crisis. “Aquí tengo yo mi clientela fila, entre gente del barrio y de fuera. Viene la mujer de Domecq, de Osborne... Y el pescadero igual, viene gente de la zona de Hipercor, porque tiene pescado de categoría”, explica. Eso sí, el comentario generalizado tras poner un pie en las dependencias se repite día tras días. “Todos dicen lo mismo: ¡Qué pena de plaza, si esto era una mina!”, señala el zapatero, que no es capaz de recordar la última vez que salieron a subasta los puestos.


Lo mismo le pasa a Chico, que en su tiempo fue el presidente de la ya desaparecida asociación de comerciantes de este enclave. Los dos presentaron en su día un proyecto, no con poco esfuerzo, y pidieron su préstamo para sacar adelante el trabajo del que siguen viviendo. “Yo en su momento puse 6.000 euros”, cuenta el pescadero, que llegó poco antes que Antonio. Ya lleva 20 años. “Yo vine cuando arreglaron la plaza. En la otra (la del centro), llevaba otros 20”. Era la época dorada de este mercado. Y a las pruebas se remite. “Fíjate que de este puesto comíamos mi socio, su hermana, mi hermana y yo. Cuatro personas”. Pese a todo, Chico se aferra con uñas y dientes a su puesto de trabajo “porque de aquí comen mis dos hijos”, y por eso le indigna que el Ayuntamiento “nos tenga abandonados” y no apueste por un mercado que puede ser una oportunidad laboral y fuente de riqueza.

De hecho, ellos mismos han mandado al Ayuntamiento a preguntar a casi una decena de interesados para montar una frutería, una tienda de productos de limpieza, entre otros proyectos, y “nunca les dan facilidades”. A diferencia de las plazas del centro o Federico Mayo, “no hay interés” en sacar a subasta los puestos.

‘Amenazados’ por un futuro museo

“Aquí estamos pagando ahora la mitad de lo que pagábamos antes, no llega a 100 euros; esto en comparación con lo que están cobrando por un alquiler de un local es muy poco, y para un carnicero o un frutero estaría muy bien, pero no hacen nada por promocionar la plaza”, lamenta. Lo único que ha hecho el Consistorio por ellos en este tiempo, aseguran, es condonarles parte del alquiler de los últimos cinco meses del año, del que solo les cobró 80 euros, y el reciente arreglo de los baños, coincidiendo con la celebración de la zambomba de la AVV de La Plata, de la que no notan respaldo alguno. Al contrario. “No hacen nada por nosotros”.

Justo en ese momento, Chico recuerda un episodio que vivió hace dos años, cuando el presidente de la asociación, Antonio Ramos, entró en la plaza acompañado con un grupo de personas, y “sin decir hola, ni buenos días empezaron a hablar entre ellos de este espacio”. Se refiere al proyecto para reconvertir este mercado en un museo dedicado al artista jerezano Luis Gonzalo a iniciativa de la asociación. “Nadie nos ha dicho nada de este tema, lo que hemos sabido ha sido por la prensa. Y esta plaza es del barrio. Lo que tendrían que haber hecho es consultarnos, moverse en el Ayuntamiento para preguntar qué pasa con el resto de puestos, que esto es mi puesto de trabajo”, señala molesto. “A mí ha habido vecinas que me han dicho que si hay que manifestarse, se manifiestan”, añade Antonio.

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