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Jerez

‘Cacharrazo’ a las carteras

La Feria asestó ayer una ‘cornada’ de dos trayectorias -sobre el albero y en los cacharritos- que afecta a órganos tan vitales como el bolsillo

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  • Crece el ambiente -

Su cuenta de resultados empieza a precisar de un rescate. Lo sé. La mía también. Ayer tarde -y al tiempo que el alquitrán de más allá de las vías del tren devolvía con malvada generosidad la canícula acumulada horas atrás- usted escuchaba el “te como, te como” del ratón vacilón y miraba de reojo a su cartera. Y en efecto, se la comió. A base de infernal dos por uno y sin más aliño que el chunda chunda de los cacharritos. El ratón no engaña. Dice que te come..., y te engulle. En un plis plas, en el tiempo que tarda una filipina en colocar en las manos de un niño un globo de Peppa pig.

Llegó el día que los niños esperaban y los padres temían, el de los descuentos del 50 por ciento en los scalextric, los ratones vacilones y los carruseles varios. Hay gente que no se entera de esto, porque hundió sus raíces en el albero un par de días antes de que se encendiera el alumbrado y vive sumergida en un rebujito que se antoja eterno. Pero sí, el día de los cacharritos también existe, aunque Benedetti y Serrat pasen olímpicamente de cantarle.

Y ahora, cartera engullida por el ratón (“ay que te como...”), toca afrontar la cuesta del miércoles de Feria, y la del jueves, y la del viernes... El Ayuntamiento ha advertido de que para hoy se esperan rachas de viento de hasta 90 kilómetros por hora. Normalmente, en casos como este se suele decretar el cierre de los parques públicos por motivos de seguridad, por aquello de evitar los riesgos que suponen posibles desprendimientos de árboles y demás. O le rescata su suegra o esto del viento se ha convertido ya en su última esperanza, pero le aviso de que es bastante complicado que hoy -precisamente hoy- se decrete el cierre del parque González Hontoria. Cruce los dedos y que la suerte le acompañe.

La Feria asestó ayer un cornalón importante, de dos trayectorias y afectando órganos vitales en ambos casos. El parte médico no ofrece posibilidad alguna de mejoría antes del lunes. La primera de esas trayectorias parte del scalextric de Rayo MacQueen y asciende hasta la última vagoneta de la noria. Afecta a la calderilla, billetes de varios colores y tarjetas de guardar. La segunda transcurre por el Paseo Principal, se entrecruza con el de las Palmeras y acaba en un tugurio desde el que se divisan con meridiana nitidez los ladrillos vistos del palacio de Ifeca. La suciedad del asta -albero para dar y tomar- impide que la radiografía determine hasta qué caseta llegó la cornada. Afecta a los mismos órganos vitales que la anterior trayectoria, si bien en este caso quedan incluso copas por pagar. El pronóstico tiene además reservada una mesa para hoy, para 24 mujeres. Tendencia por tanto a empeorar.

Hacia el apogeo crepuscular...

Seis y pico de la tarde. Los cacharritos bullen en un carrusel de sube y baja que promete girar más rápido incluso en cuanto se vaya el sol. Las sirenas se pisan unas a otras cual saetas en la noche del Miércoles Santo. Sobre el albero, los enganches de alquiler rematan la faena de una jornada bastante más aseada que la del lunes.

Todavía hay quienes se empeñan en que la Feria presente su mejor aspecto a horas en las que no es posible que lo haga. Lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible. El Real se despereza a las cinco de la tarde, y de momento lo va a seguir haciendo porque las costumbres han cambiado y porque, además, en la Feria no hay toma de horas.

En las casetas se alternan las charangas con los grupos que cantan rumbitas a medio tono ante un público entregado en cuerpo y alma a la diversión, en una extraña mescolanza entre la Feria de Jerez y un carnaval de primera andaluza o primera provincial, que tanto monta, monta tanto.

Se ha marchado el puñaíto de caballos que permitió que el guiri hiciera la foto que buscaba. En Jerez, ahora, quedan más señoritos que caballos, porque a los de siempre se le ha sumado una new age que no necesita corbata para serlo y que presume de montar en autobús y en bicicleta de vez en cuando. Los primeros heredaron apellidos y negocios en decadencia, los segundos son los últimos depositarios de las esencias de un régimen fracasado.

Estos últimos llevan más de treinta años arrimados a la moqueta; cobijados estos días en las casetas de los deudores de favores, al amparo de un buen aire acondicionado y poniendo siempre el dedo en la misma llaga, que ya hay que tener habilidad para no colocarlo allí donde le escueza al jefe de la tribu.

Unos y otros llevan años en lo más alto del escalafón sin pisar la enfermería, porque no saben lo que es un toro de verdad y mucho menos arrimarse. Por eso, este martes de Feria que supo a inicio real de la fiesta, evitaron una vez más la embestida del González Hontoria, esa que a usted le dejó malherida la cartera.   

Sirva de consuelo que la resaca termina por hermanar a quienes pisan el albero de la Feria, en una suerte de democratización real de la fiesta: a los unos porque bebieron más de lo que pueden y deben; y a los otros porque el ratón les vaciló la cartera en sus propias narices. En el fondo, los excesos se pagan de algún modo. “Ay que te como...”.

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