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Radioterapia para Europa

Pensar que el ultraderechista austriaco NorbertHofer, ha estado a punto de ganar las elecciones, pone los vellos como escarpias

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Los reyes católicos o sus descendientes, Carlos I, Felipe II,… entendían sus reinos como posesiones particulares, algo así como el que posee un cortijo. Tuvieron que pasar varios siglos para que esta concepción cambiara a la de soberanía nacional, idea exitosa pero engañosa si se entiende un país como copropiedad de conciudadanos. Pero así se vendió en el siglo XIX y dentro de un paquete llamado nacionalismo. Este paquete ideológico parió muchos libros en cada uno de los países europeos que fueron leídos con interés porque además de servir para unificar territorios en países como en Italia y Alemania o disgregar imperios como el turco o el austriaco, elevaba con cuentos varios el papel de cada pueblo. Estableciendo distinciones entre pueblos superiores e inferiores que autorizaban el colonialismo de África, Asia y Oceanía, donde los lotes de tierra repartidos iban acompañados de lotes de personas para trabajarlas. Estas personas habitaban esos lugares desde hacía siglos pero eso que legitimaba a los nacionalistas europeos para formar un país no valía para las razas inferiores. Las ideas de raza superior e imperialismo que les otorgara territorios  amplios como muestra de su grandeza fueron y son células cancerígenas que produjeron tumores como el fascismo italiano y el nazi. Tumores que una vez seccionados pensamos no volverían a reproducirse, error de bulto, nunca mejor dicho, porque los restos no fueron tratados con la radioterapia adecuada y ahí tenemos el auge de la ultraderecha en Francia, Suecia, Finlandia, Grecia, Austria… ¿A cuánto asciende este auge? Pues a porcentajes de votos en algunos casos tan elevados como el del partido popular en España.

Pensar que el ultraderechista austriaco NorbertHofer,  ha estado a punto de ganar las elecciones de su país con el lema: “Austria para los austriacos”, pone los vellos como escarpias. Jugar con el discurso xenófobo para ahuyentar el miedo al paro y a la crisis económica sigue funcionando en el siglo XXI como le funcionó a Hitler. Los libros de historia no deben estar bien escritos y el funcionamiento de la economía escasamente explicado. La economía viaja en un tren distinto al de la política desde hace mucho tiempo y ni siquiera siguen itinerarios paralelos. Independientemente de que haya gobiernos de izquierda o de derecha las crisis se producirán porque el capitalismo las genera y la defensa de los regionalismos políticos no tiene mucho sentido en un mundo que hace mucho tiempo fue globalizado por la economía. Contra esta lógica aplastante y evidente que produce desasosiego nos tapamos los ojos y seguimos ciegamente a flautistas de Hamelín que prometen preservar los puestos de trabajo patrios despeñando a los extranjeros.

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