Con la boca abierta. Así se quedó en junio Antonio Quesada, un farmacéutico jerezano, empleado de la farmacia Madre de Dios donde trabaja con parte de la familia, cuando estaba organizando bolsas y cajas de medicamentos caducados depositados por los usuarios en el contenedor de recogida Sigre de reciclado para su envío al punto verde. En ese momento, dio con un táper de color rosa que pesaba más de la cuenta. Ya al cogerla escuchó un ruido que le sonó raro, pero lo que no se imaginaba es lo que iba a encontrar dentro. Nada más y nada menos que un suculento botín con joyas de todo tipo. “Había de todo: relojes, anillos, millones de colgantes, perlas, se veía que todo tenía que costar un dineral”, relata a este periódico.
Descolocado por lo que acababa de ver, y que fue por pura casualidad, pues como explica “no solemos mirar nunca lo que hay en el recipiente pero hay veces que los clientes nos traen bolsas y como el hueco para introducirlas es muy pequeño las metemos directamente dentro”, cayó en llamar a un amigo suyo, cliente de la farmacia y policía, para que le aconsejara qué pasos debía dar. “Lo llamé y vino a la farmacia, entró en el almacén, y cuando vio todo me dijo que había bastante dinero, así que avisó a una patrulla de la Policía que se acercó por aquí y ya hicimos toda la tramitación”, apunta. Allí mismo sobre la marcha realizaron un inventario, y se hizo entrega de las joyas a los agentes culminando por teléfono con la Comisaría las diligencias correspondientes.
Los agentes le confirmaron que las joyas tenían un valor de entre 20.000 y 30.000 euros, pero ni él ni el resto de empleados sospechaban quién las podía haber traído hasta allí. Pasó el verano y cuando ya se habían casi olvidado del tema, unos clientes “de siempre” llamaron por teléfono preguntando por el táper rosa y su contenido. Al parecer, estaban haciendo limpieza con otros hermanos en casa de sus padres mayores, organizando bolsas para Madre Coraje de ropa y otros artículos y “en un despiste” alguien metió el recipiente en la bolsa de medicamentos caducados para reciclar. “¿Era de vosotros?Pues id a Comisaría que allí están”, les dijo rápidamente Antonio tras hablar con ellos. Sus clientes no pueden estar más agradecidos. “Desde entonces siempre están diciendo que sus farmacéuticos son los más honrados”, apunta el joven, que está encantado por haber puesto su granito de arena a esta historia con final feliz.