La Carrera Oficial que habrán de seguir las cofradías jerezanas en próximas Semanas Santas sigue siendo tema de actualidad en la ciudad.
Como ya he hecho referencia en otras ocasiones fue el 2 de febrero de 1938 cuando bajo la presidencia del reverendo padre Corona Humanes, en el archivo de la iglesia parroquial del Apóstol Santiago, se reúnen los representantes de las hermandades jerezanas para constituir la Junta Ejecutiva de la Unión de Hermandades. Uno de los principales acuerdos tomados fue el de nombrar presidentes honorarios al Cabildo Colegial y al Ayuntamiento de la ciudad. A este último se le pidió que participara en la organización de la Semana Santa.
El Consejo Ejecutivo acordó "establecer una Carrera Oficial para las distintas cofradías en su estación penitencial anual, solicitar del Excelentísimo Ayuntamiento la instalación de la mesa de comprobación de llegada y de una tribuna presidencial para las autoridades, aparte de las tribunas para el público y una subvención digna de la importancia de la Semana Santa jerezana". Aquel año, 1938, nació la Carrera Oficial de Jerez, una iniciativa a imitación de lo que ya se venía haciendo en Sevilla, para una mejor coordinación de los itinerarios y horarios de las procesiones, y, en especial, para que el público jerezano; tuviera la oportunidad de contemplar a las cofradías en un mismo lugar y más cómodamente. Un servicio a la ciudad que las hermandades no necesitaban para cumplir con su testimonio de fe y su estación penitencial en la entonces iglesia Colegial, pero que beneficiaba a todos, tanto a los cofrades como a la ciudad. Han sido en estos últimos años cuando nuestra Carrera Oficial ha sufrido más cambios, motivados, principalmente, por la demanda popular en disponer de palcos y sillas para los días de Semana Santa.
Nunca llueve a gusto de todos y la propuesta de cambio surgida estos días ha levantado polémica en la ciudadanía. No voy a analizar si este cambio va a suponer una mejora o un problema, para eso están los organismos competentes, lo que si voy a entrar es en lo verdaderamente importante, aquello que el periodista Paco Robles se refiere cuando habla de la banalización de la Semana Santa, donde todo se convierte en motivo para la crítica que a veces se vuelve ácida, cítrica y propicia a la murmuración. La Semana Santa podríamos decir que es la liturgia en la calle que se anuncia a través de esas procesiones que son un regalo para el espíritu siempre que no se contemplen con los ojos viciados por esa actitud banal que todo lo reduce a objeto de la crítica mordaz y despiadada. El sentido de la Semana Santa es demasiado profundo como para rebajarlo a un plató de telebasura y no llevarlo a la altura de lo sagrado.
Y digo todo esto porque no podemos quedarnos en la hojarasca, en el sino de esta época donde lo accesorio triunfa sobre lo fundamental, donde importa más el inconveniente, lo superficial que la esencia, los ropajes sobre la Verdad desnuda como diría el periodista. La Carrera Oficial es sólo parte de esa hojarasca, algo minúsculo comparado con la grandeza de la Semana Santa, algo que cambia como todo lo que no es fundamental, lo que no cambia es el transcendental y sublime mensaje de amor que se pone en la calle y eso sí que no admite banalidad alguna.