En Estella del Marqués todo el mundo conoce a los ‘Melli’, los hermanos Antonio y Emilio Castro, únicos hijos del que fuera primer colono de esta pedanía jerezana al final de la década de los 50, Miguel Castro Bellido.
Los ‘Melli’ son tal para cual. Hasta hablan al unísono y con la vehemencia que les caracteriza cuando de la actualidad agro ganadera se trata. Gente sana de campo, trabajadores natos, entregados en cuerpo y alma a sus vacas. Toda la vida, desde que eran ‘chaveas’, pendientes las 24 horas y los 365 días del año de estos animales que, aunque no lo parezca a priori por su envergadura, “son delicados”, comenta Antonio Castro, titular de la explotación ganadera, una vaquería que puso en marcha su padre hace más de 40 años en la parcela que le asignó el Instituto de Colonización en Estella.
Las ordeña a diario y dos veces, sobre las 7,30 de la mañana y a las 8 de la tarde. Las alimenta, las cuida y las atiende en los partos: “Si veo que alguna va a parir por la noche, me quedo aquí para ayudarla, porque hay becerros que pueden venir mal y la vaca sufre mucho”.
Castro tiene vacas de la raza frisona, “las mejores para dar leche –apunta”, y según su edad las ubica en distintos lugares dentro de la vaquería, que ocupa una importante extensión de terreno en la zona comprendida entre Estella y el Circuito de Jerez: “Tengo a las que dan leche en una nave y con su parcela propia, a las novillas preñadas en otro lugar, alimentándose bien”, mientras que las que aún no han alcanzado los 16 o 17 meses -cuando suelen ser inseminadas-, se hacen mayores en otra nave con terreno. Los becerros y becerras están más a resguardo en una nave llena de paja. En total, hay en la vaquería casi 45 cabezas de ganado, y sólo 23 se encuentran en ordeño en estos momentos.
Se le nota a la legua que a Antonio y a su hermano Emilio, que nunca deja de pasarse a ver a las vacas, les llena lo que forma parte de sus vidas desde los 17 años, “desde que mi padre dejó de sembrar remolacha, algodón, tomate… y compró tres vacas lecheras, hace de eso ya más de 40 años. Y ahora tenemos 59. Toda la vida llevamos alrededor de las vacas y –reconoce Antonio-, aunque esto es una ruina y no se mantiene, yo no sé hacer otra cosa. Estos animales dependen de mí”.
Tradición ganadera de la Campiña
Hubo una época, recuerdan los mellizos, que la leche era rentable, “hasta que cerró la Cooperativa Ganadera La Merced de Jerez. A partir de ahí todo fue a peor. Hasta entonces el barco navegaba”. En esa buena época llegaron a tener hasta 40 vacas dando leche y destaca Antonio Castro que en Jerez y la comarca “era una zona ganadera y de leche”.
Y es que, la tradición ganadera de la Campiña de Jerez era importante, sobre todo desde que en 1961 se abriera la Central Lechera que, cuatro años más tarde, era la única de Cádiz y que abastecía de leche pasterizada a toda la provincia. En 1990, según señala Emilio, había unos 2.000 ganaderos en la provincia,“y ahora sólo quedamos 45 o 50”.
De hecho, en los periódicos de la provincia se publicaba lo siguiente el 20 de enero de 1965, un ejemplo de la importancia de la comarca como polo lácteo:“El suministro de leche pasa a Jerez. El Pleno Municipal del Ayuntamiento de Cádiz, a propuesta del alcalde, acordó cerrar la Central Lechera de Cádiz y centralizar el abastecimiento en Jerez. Las diversas reuniones mantenidas con los industriales del gremio no han dado el resultado apetecido para mantener el suministro desde Cádiz. La moderna central lechera de Jerez permite el abastecimiento a Cádiz sin problema alguno y el municipio de Cádiz se ahorra unas cuantiosas inversiones”.
Todo ese esplendor de la ganadería y la industria láctea ha pasado a mejor vida. De momento. Por ello, desde COAG no se deja de denunciar, y ya van muchos años, lo que es ciertamente preocupante, que los precios que está pagando la industria a los ganaderos son los mismos que hace 32 años: 0,30 euros por litro, cuando lo mínimo para cubrir costes sería de 0,45 euros.
Ante este panorama, el presente es sumamente duro para Antonio Castro y los pocos ganaderos de vacuno de leche que quedan en la comarca y en la provincia. Y además lo tiene claro: “Como esto siga así, no vamos a quedar ni uno. Ya no podemos más, no podemos seguir endeudándonos, no podemos cobrar por la leche, que tiene más calidad que nunca porque los controles actualmente son muy exhaustivos, como si fuera agua. Mientras que el pienso y la paja sigue incrementando su precio, así como todo lo necesitan las vacas, las novillas y las becerras”.
Así, mientras Antonio Castro espera un cambio de tornas, no pierde la esperanza de que el sector mejore, sigue cuidando con esmero su vaquería, ilusionándose con las becerras, ayudándoles a nacer, conociendo a cada una de sus vacas, “sé hasta cuando están tristes y les pasa algo”, ordeñando a la antigua usanza, con cántaras, y bebiendo por supuesto cada día leche recién ordeñada: “La hervimos y listo”, comenta Emilio. “Nuestra leche tiene mucha calidad”, añade su hermano mellizo. Sobre si alguno de los hijos o sobrinos se hará cargo de esta explotación familiar, si es que llegan a jubilarse ordeñando como querrían, lo tienen claro: “¡Ni loco!Esta vida no la quiero para mi hijo”. Mientras, continúan con sus tareas, entre el Circuito y Estella.