La labor heroica de transculturación artística y científica entre Oriente y Occidente queda admirablemente reflejada en el último libro de don Fernando García Gutiérrez, SJ, La Compañía de Jesús, puente cultural entre Oriente y Occidente. La moderna idea de “la evangelización por la cultura” recomendada por San Francisco Javier a Cosme de Torres en su viaje a China supuso, ciertamente, uno de los primeros pasos en este mundo de la globalización: “Si es algo que no va contra la voluntad de Dios, será más útil no cambiar nada respecto a la cultura. Si lo cambia, no servirá mucho para el servicio de Dios”.
Esta senequista y cosmopolita idea de que todo aquel que hace del mundo su propia patria no se sentirá extranjero allá donde vaya demostraba que para ser cristiano no era necesario ser europeo y fue la que movió no sólo a Javier sino también a sus sucesores, tal Matteo Ricci (1552-1610) cuando consiguió llegar hasta la corte del emperador del Celeste Imperio para mostrarles un mapamundi, relojes, clavicordios, cuadros y otros objetos occidentales, después de haber traducido al latín los Cuatro libros de Confucio y haber publicado un par de tratados en chino.
Esta labor abrió las puertas de China a los matemáticos y astrónomos Johann Adam Schall von Bell y Ferdinand Verbiest. No menor fue la labor de Alessandro Valignano en Japón, creando las primeras imprentas y escuelas de bellas artes además de organizar la primera embajada japonesa a Europa -con parada en Sevilla- con objeto de dar a conocer su misión en Roma, Madrid y Lisboa. O también la del portugués Luís Fróis, autor de una Historia del Japón y un Tratado sobre las diferencias de costumbres entre los europeos y los japoneses.
Un buen ejemplo de transculturación artística lo tenemos en la obra del artista Giovanni Cola, que entró en contacto con los pintores de la escuela japonesa Kano y dirigió una academia de pintura en la que se copió la imagen de Nuestra Señora dela Antigua, conocida en Japón como la Virgen de Sevilla, atribuyéndosele también una pintura al óleo sobre cobre de La Virgen con el Niño que se encuentra en la iglesia del Colegio Jesuita de la Encarnación de Marchena (hoy iglesia de Santa Isabel).
Hugo Enomiya Lasalle, Pedro Arrupe, Diego Pacheco y Giuseppe Pittau significan otros tantos capítulos de abnegados jesuitas que en el siglo XX dedicaron sus vidas al encuentro entre Oriente y Occidente, siguiendo las huellas de sus predecesores en Japón y en cuya labor cultural ha servido de catalizador la centenaria Universidad Sophia de Tokio, donde fue profesor en la Facultad de Culturas Comparadas el autor del libro que nos ocupa, quien publicó la primera obra en español dedicada al Arte del Japón (Summa Artis, XXI), a la que siguió una extraordinaria trilogía sobre el arte de Oriente y Occidente, además de varios ensayos sobre el Zen, el Budismo y la Estética del Japón.
El profesor García Gutiérrez, que ejerció la docencia en la Universidad Hispalense, ha sido por muchos años en Sevilla el ingeniero de ese puente cultural entre Oriente y Occidente, donándonos su hermosa colección de arte oriental. Por consiguiente, este excepcional libro supone también una invitación para visitar la Colección de Arte Oriental (China y Japón) que se conserva en la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría en la Casa de los Pinelos (c/ Abades).