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El jardín de Bomarzo

El 'ring' del futuro

La vida es como el agua, busca siempre sus cauces y por muy alta y sólida que sea la barrera termina por encontrar la manera de salir

Publicado: 26/06/2020 ·
10:21
· Actualizado: 26/06/2020 · 10:21
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  • El jardín de Bomarzo.
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Bomarzo

Bomarzo y sus míticos monstruos de la famosa ruta italiana de Viterbo en versión andaluza

El jardín de Bomarzo

Todos están invitados a visitar el jardín de Bomarzo. Ningún lugar mejor para saber lo que se cuece en la política andaluza

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"Después de todo lo que estamos pasado, solo falta que cuando saquen la vacuna sea un supositorio...".

Llegó el atípico verano de este atípico año. El sol luce fiero, el levante asoma por el este de Cádiz recordándonos que los virus para ellos son asunto menor porque uno lo calienta y anula, al menos eso apuntan los expertos anónimos, y el otro lo empuja sin temor porque la naturaleza no entiende de daños por contagios. Con el fin del estado de alarma y la apertura de puertas al mundo se estrena la nueva normalidad y, con ella, asoman tanto las consecuencias como las contradicciones -también los temidos rebrotes-; el confinamiento ha sido un virus mortal para muchas parejas y, de hecho, los despachos de abogados especializados en divorcios no dan a basto porque el haber pasado todos tantos días veinticuatro horas junto a la pareja ha sido letal para aquellos que mantenían su relación activa gracias al medido distanciamiento. Les juntas todo el rato y aquello se solidifica del todo o explota por los aires, lo cual muestra que el Covid, entre otras muchas cosas, ha sido un certero medidor de tensiones matrimoniales. Quién lo diría, maldito virus y celestino. La vida es como el agua, busca siempre sus cauces y por muy alta y sólida que sea la barrera termina por encontrar la manera de salir; la presa que estalla porque de la presión continua hace grieta, el tsunami que arrasa por mucho muro de contención que alces frente a él, la flor que brota en medio de un monte calcinado y que con la ceniza se abona. En esas estamos a pesar de las contradicciones, algunas realmente llamativas por estúpidas. Y hoy, cáustico, vivo y rebrotado, en ellas toca parada.

La primera contradicción palpable de la nueva normalidad es el concepto en sí. Nuevo y normal es contrapuesto porque lo normal no es nuevo, si no viejo porque lo normal requiere de tiempo, al margen de tratarse de un concepto completamente vacío porque nadie en este territorio llamado país podría definir en qué consiste esto de la nueva normalidad. Es indefinible, es como detallar la sensación de volar batiendo alas y dejándose llevar por las corrientes cual aves rapaces. Se podrá imaginar con más o menos certidumbre, pero es imposible. Por tanto, partiendo de la idea de que el concepto en sí de nueva normalidad es contradictorio, contrapuesto y vacío de contenido, resume a la perfección la contradicción de un tiempo que nos pretende hacer entender la lógica de que mientras los bares y terrazas están abiertos porque la economía debe fluir, las bibliotecas no porque representan un peligro para el contagio. O que los equipos de fútbol saltan al terreno de juego por pasillos y puertas separadas para mantener las distancias y se juntan a trompazo limpio nada más pitar el árbitro el inicio; una cosa está clara, el fútbol y los bares son sagrados y la normalidad, sea nueva o vieja, es imposible sin ambas cuestiones a pleno funcionamiento. Pelota y cerveza.


Asumir la responsabilidad, sin poder echar la culpa a otros que también la comparten, resulta de un peso aplastante para los distintos gobernantes. Durante el estado de alarma gobierno central y comunidades autónomas asumían la corresponsabilidad en la gestión de la pandemia y esto facilitaba pasar la pelota al otro, jugar a la confusión y criticar las decisiones del de enfrente -sobre todo si este era de distinto signo político-. Fueron varios los gobiernos autonómicos los que exigían al gobierno de Sánchez que acelerase la desescalada y que levantara las restricciones, sobre todo de la hostelería, el ocio y el deporte. Ahora que la responsabilidad única recae en los gobiernos autonómicos, ninguno se plantea levantar las restricciones y volver a la normalidad de antes del estado de alarma. Todas han corrido a aprobar su paquete de medidas, sin importar tanto el efecto en la economía. Este tipo de contradicción no es nueva, es la usual en el ámbito político. Mientras se está en la oposición criticamos a machete, cuando pasamos a gobernar hacemos pelo arriba o abajo aquello que se criticaba. La memoria del pueblo es corta, cortoplacista y esto lo sabe bien una clase política que la usa a su antojo, la maneja, la moldea. 

Otras contradicciones son las medidas restrictivas implantadas desde el 9 de junio por las distintas comunidades autónomas, como es el caso de Andalucía. Deberían explicar por qué en cada mesa de restaurante o bar se permite agrupación de hasta 25 personas y el mismo número en los veladores de las terrazas: ¿Qué datos hay para concluir que una reunión de 25 personas, sentadas sin distancia entre ellas y sin mascarillas, no pone en riesgo de contagios pero si la reunión es de 30 sí? Y si estamos en un salón de celebración, podemos agruparnos 250 personas en el interior y 300 en el exterior, pero si estamos en actividades juveniles al aire libre solo podrán 250 personas en el exterior y 150 dentro. Ahora bien, si nos apuntamos a actividades de turismo activo y naturaleza, solo 40. Y si vamos a un evento deportivo, podremos juntarnos 1.500 al aire libre y 800 bajo techo sin distancia alguna entre nosotros... Eso sí, en un entierro o velatorio 60 al aire libre y 30 en el interior. En una mesa de bar nos podemos sentar sin distancia entre nosotros, en cambio en una atracción de feria tendremos que sentarnos a 1,5 metros de nuestro hijo o acompañante. Las fiestas, verbenas y romerías no se prohíben, sólo no se recomiendan. ¿A qué viene huir de su prohibición expresa?; al final, en este caso, la responsabilidad se la pasan al alcalde, que deberá asumirla de no acatar la recomendación y resultar de aquello un reguero de contagiados. Si estamos en un hotel y se organizan actividades, sólo podrán asistir 20 personas, pero si formamos parte de un grupo turístico se permitirán hasta 30 personas y si este grupo va a un museo, sólo podrán entran 20. En los toros un aforo del 50 por ciento, pero en los circos del 65 -¿?-. Si vamos a un parque infantil, 1 persona por cada 4 metros cuadrados, pero si vamos a un zoo, 1 persona a 1,5 metros de otra. Por su parte, los restaurantes y bares hay que limpiarlos obligatoriamente una vez al día, pero si es un comercio, dos veces al día. Contradicciones inexplicables ante un virus que sigue pululando entre nosotros y para el que aún no hay ni acuerdo sobre la fecha prevista de la vacuna -o supositorio...-. Unos en 2021, otros en navidades y los más optimistas en octubre. Conveniente sería contar con una app a modo de guía porque no hay quien memorice tanto dato y que, conectada con tu riego sanguíneo, reconozca en qué tipo de sitio estás y avise del número máximo de gente con la que puedes agruparte, activando una alarma lumínica y sonora -a modo de ring ring de teléfono antiguo- ante el exceso y el consecuente riesgo. Una app del futuro que evolucione e identifique la contradicción -ring-, cuando el político abusa de la memoria pez de su electorado y directamente le manipula -ring-, cuando algún articulista se pasa de listillo y juguetea con lo mismo -ring-, ya puestos a imaginar incluso ante la mentira a modo de polígrafo de uso permanente y diario -ring ring-. ¿Podría resistir en pie esta sociedad solo con verdades? Buena pregunta.

El virus, en todo caso, se lo debe estar pasando genial ante unos pobres humanos que, con lo listos que se creían, se están haciendo un lio de narices. Ya sabemos que nadie estaba preparado para algo así, eso a estas alturas quizás sea lo único en lo que todos estemos de acuerdo.

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