La recuperación del molino de mareas de Río Arillo empieza a concretarse por fin como una posibilidad más real que remota. Tras años condenado al olvido y al abandono, parece que el acuerdo adquirido, en junio de 2007, entre las administraciones implicadas en su puesta en valor está dando, poco a poco, sus frutos.
Primero fue el Ayuntamiento el que valló la zona y acometió una obra de consolidación para afianzar el deteriorado inmueble. Y ahora es la Demarcación de Costas Andalucía-Atlántico la que culmina el proyecto de rehabilitación del edificio. Según fuentes de este departamento, la empresa Ines Ingenieros y Consultores se encuentra en estos momentos acabando de redactar este documento, que verá la luz a lo largo del próximo mes.
Su elaboración debería haber concluido en agosto pasado, si bien la adjudicataria solicitó una prórroga por “cuestiones técnicas”, que le concedieron y que expirará en noviembre. Este pequeño retraso motivó las quejas del Consistorio, que hace unas semanas llegó a amenazar incluso con acometer en solitario la intervención si en cinco meses Costas no presentaba el proyecto.
Despejada ya esta incógnita, el siguiente paso que dará la Demarcación consistirá en convocar a las Delegaciones provinciales de Cultura y Medio Ambiente, Ayuntamiento y Parque Natural de la Bahía de Cádiz, así como a ecologistas e historiadores de la UCA, con el fin de que conozcan el trabajo realizado y, al mismo tiempo, puedan plantear “todas sus aportaciones y sugerencias”.
Referente de la bahía
La restauración del molino siempre ha sido considerada por Costas una actuación “prioritaria”. De hecho, figura dentro del Plan Bahía, con la idea de convertirse en punto de referencia no sólo del entorno natural donde se asienta, sino también como equipamiento clave de la cultura de mareas a modo de ecomuseo.
Sin embargo, este proceso ha estado marcado últimamente por las tensiones vividas entre el equipo de Gobierno local y el organismo dependiente del Ministerio de Medio Ambiente. Una controversia de la que no ha escapado el propio proyecto de reforma, pues ambas administraciones no se pusieron de acuerdo y terminaron haciendo cada una el suyo por su cuenta, para después acusarse mutuamente de perder tiempo y dinero público.
Al final, Costas resolvió este embrollo asegurando que el documento del Consistorio serviría de base al asignado a Ines Ingenieros y Consultores por un importe de 59.827 euros. Pero ya entonces el Ayuntamiento advirtió que si éste no se ajustaba a sus planes (“devolver el molino de mareas a su estado original”) denegaría la licencia de obras.
En cualquier caso, éste no es el único escollo a superar en lo sucesivo. No hay que olvidar que el referido proyecto deberá salvar también el trámite ambiental. Que se someta o no a un estudio de impacto corresponderá decidirlo a la Dirección General de Calidad y Evaluación Ambiental del Ministerio de Medio Ambiente. Y luego se abrirá el pertinente plazo para recibir alegaciones, licitar y adjudicar los trabajos.
Otro aspecto a cerrar es el uso específico que se le dará al conjunto arqueológico, para lo que tal vez se necesite un proyecto nuevo de adecuación del espacio. Así las cosas, queda mucho todavía para que el molino de mareas recobre su esplendor perdido y brille con luz propia. Sea como fuere, al menos ahora, comienza a desbloquearse un proceso administrativo que, por distintos motivos, llevaba años empantanado.
La titularidad del edificio se dirimirá en los juzgados
La pugna entre el Ayuntamiento de Cádiz y Costas en torno al molino de mareas de Río Arillo no se limita a la pelea mantenida recientemente por la autoría del proyecto de rehabilitación.
Otro frente que sigue abierto entre ambas administraciones tiene que ver con la titularidad del inmueble, que por ahora recae en el Consistorio gaditano.
Éste venía luchando desde hace años por quedarse con la propiedad, hasta que lo logró en 2007 a través de un proceso de expropiación.
Sin embargo, la Demarcación considera que el mencionado edificio pertenece al Dominio Público Marítimo Terrestre y que, en consecuencia, se trata de un bien inembargable. Dicho razonamiento le impulsó a iniciar el año pasado una batalla legal, por la vía de lo Contencioso-Administrativo, que aún perdura, para convertirse en el futuro dueño de este recinto.
—desde el siglo XVIII—
El origen del molino de mareas del Río Arillo se remonta a finales del siglo XVIII, coincidiendo con el esplendor que vivieron ese tipo de construcciones en la Bahía. De hecho, en aquella época había en esta zona más de una docena de molinos que producían toneladas de harina. Pronto, el de Río Arillo se erigiría como uno de los más grandes de la Península Ibérica por sus 12 piedras para la molienda del trigo. De todo ello, hoy sólo queda en pie una sombra de lo que fue y en un estado bastante ruinoso.