La ministra de Fomento, Magdalena Álvarez, aseguró ayer que no echa las culpas a nadie del caos generado en las carreteras y en el aeropuerto de Barajas a raíz de la nevada caída en Madrid el pasado día 9, pero ha dejado claro que “tampoco” va a asumir “las culpas de otros u otras”.
Durante su comparecencia, a petición propia, en la Comisión de Fomento del Congreso de los Diputados, la ministra ha pedido disculpas a los ciudadanos afectados y ha asegurado que en el cierre del aeropuerto de Barajas “primó, por encima de todo, la seguridad de los pasajeros”.
Además, esta instalación permaneció cerrada 3 horas y 20 minutos, el tiempo “mínimo e imprescindible” para garantizar la seguridad.
Aprovechó su intervención para animar a los pasajeros a exigir a las compañías aéreas que cumplan con sus obligaciones y ha asegurado que hasta el día 25, en el Ministerio sólo se han recibido “sorprendentemente” 190 reclamaciones por pasajeros afectados en operaciones de Iberia.
Explicó que la Agencia Estatal de Seguridad Aérea de Fomento hace el seguimiento de las reclamaciones para ver si los pasajeros han sido atendidos de acuerdo con la normativa vigente. y también es la encargada de comprobar si la compañía Iberia ha cometido "alguna infracción sancionable".
Todos los grupos parlamentarios, salvo el PSOE, han coincidido en criticar la falta de previsión y coordinación, han echado en falta que no haya hecho autocrítica y han criticado que no haya asumido su responsabilidad.
El PP ha pedido su dimisión, aunque de forma indirecta, al asegurar su portavoz, Andrés Ayala, que "la mejor situación de un político es la de ex ministro porque dura toda la vida. Aplíquese el cuento".
La ministra ha insistido en que asume "todas" las responsabilidades que son competencia de su Ministerio y ha resaltado que ya pidió disculpas la misma tarde del día 9, al igual que posteriormente hizo la vicepresidenta primera del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, mientras que "los demás ni están ni se les espera".
"No se ha sabido que ha pasado con otras comunicaciones de otros niveles de Gobierno y ahora el que quiera entender que entienda y el que no quiera entender que no entienda", ha subrayado.
La titular de Fomento ha recordado que el tráfico en Madrid es una responsabilidad compartida entre las dos administraciones (Estado y Comunidad).
"Y no es derivar responsabilidades, sino pedir que cada palo aguante su vela", porque "yo no soy el candelabro de todas las velas, sino el soporte de las velas del Ministerio".
En la primera parte de su comparecencia, ha explicado que en la red de carreteras del Estado, que cubre 23.000 kilómetros, "el gran fallo" estuvo en la coordinación y en el protocolo de actuación.
Ha asegurado que no hubo acumulación de nieve, pero sí "importantes retenciones".
Respecto al tráfico ferroviario, ha reconocido que se produjeron "retrasos importantes", pero que se mantuvieron operativos todos los servicios de cercanías, en los que, además, hubo 50.000 pasajeros más que un día normal debido al llamamiento a la utilización del transporte público.
En cuanto a Barajas, ha explicado que dispone de su propio procedimiento de actuación frente a contingencias invernales y de una predicción meteorológica específica, que facilita la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet).
Ha destacado que se han multiplicado los medios materiales por 2,5 desde el 2004 y que dispone de cinco máquinas quitanieves, frente a las cuatro con que cuenta el aeropuerto francés Charles de Gaulle, y más que otros aeródromos europeos con más pasajeros y con más nevadas.
El pronóstico para el día 9 de enero preveía nieve de hasta 2 centímetros de espesor, mientras que se alcanzaron entre 8 y 12 centímetros, llegando a alcanzar los 20 centímetros en algunas zonas del aeropuerto.
Esto, junto con la disminución progresiva de la visibilidad, llevó a la torre de control a suspender las operaciones, una decisión que la ministra ha aplaudido en varias ocasiones durante su intervención.
Para "salir al paso de los que piensan que esto solo ocurre en España", Álvarez ha explicado que en lo que va de año, nueve aeropuertos europeos han cerrado al menos un día.