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Kenia recurre a medidas desesperadas para salvar el turismo

Con el fantasma de la radicalización de los desempleados en el horizonte

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Es temporada alta, las temperaturas perfectas y el mar no podría estar más azul. Sin embargo, las playas de Diani y Galu, en la costa sur de Kenia, están casi desiertas de turistas y ni siquiera los habituales vendedores ambulantes hacen acto de presencia.

Autoridades de la zona, especialmente de Mombasa y Lamu, están organizando medidas desesperadas para recuperar el turismo, con el fantasma de la radicalización de los desempleados en el horizonte.

"Tenemos la intención de organizar tantos festivales como podamos", señaló a principios de año el vicepresidente de la Asociación de Turismo de Lamu (LTA), Ghalib Alwy.

La primera edición del "Festival Gastronómico de Lamu" o el recientemente finalizado "Festival de Yoga" son sólo algunos ejemplos que intentan revitalizar un turismo que, según Alwy, cayó en la zona un 90% en 2014.

Por su parte, una senadora del condado de Mombasa, Emma Mbura, ha propuesto que las mujeres de la costa comience a llevar otra vez los vestidos tradicionales -que muestran los senos- "para atraer a los turistas".

Según Mbura, los turistas extranjeros acudían a la costa atraídos por los relatos de hermosas mujeres bailando con el torso desnudo al son de melodías tradicionales en las playas kenianas.

"Cuando las mujeres mijikenda ('las nueve tribus' de la costa) empezaron a llevar ropa, el turismo decreció, más allá del impacto de la inseguridad", escribió Mbura en Facebook.

Sus comentarios suscitaron una polémica inmediata. Sin embargo, Mbura se defendió en declaraciones al periódico local Daily Nation: "Sólo dije que si las mujeres mijikenda recuperaran su cultura, revivirían el sector turístico. Tenemos que encontrar formas de realzar el sector".

La Federación Turística Keniana (KTF) admite que la situación es complicada y "todo un reto" para el Gobierno, que pretendía, para 2017, estar en el "Top 10 de los destinos turísticos más visitados" del mundo.

Así, en las redes sociales se intenta movilizar a los turistas ensalzando una y otra vez las maravillas kenianas, con la campaña #WhyILoveKenya (Por qué amo Kenia).

Sin embargo, las llegadas de extranjeros a los dos principales aeropuertos, Jomo Kenyatta (Nairobi) y Moi (Mombasa), pasaron de más de 100.000 en noviembre de 2013 a 72.000 el mismo mes de 2014.

JamboJet ha reducido los precios de sus vuelos nacionales (Nairobi-Mombasa-Ukunda, entre otros destinos) para favorecer el turismo interno, ya que la demanda extranjera está en sus horas más bajas.

La KTF señala con preocupación el declive del 14,6% del turismo en el tercer cuatrimestre de 2014, que ya arrastraba un 15,8% del año anterior tras los ataques de Al Shabab al centro comercial Westgate, donde murieron cerca de 70 personas.

La crisis económica, el ébola y la percepción de inseguridad han sido los principales causantes de estas cifras, devastadoras para la economía keniana, donde el turismo significa más del 10% del PIB.

Los hoteleros ven cómo las habitaciones quedan vacías de británicos, sudafricanos, indios o emiratíes, los "cuatro grandes" del mercado turístico keniano.

"Las recomendaciones gubernamentales a los viajeros han jugado un importante papel para ahuyentar a los turistas", señala el vicepresidente de la LTA, Ghalib Alwy.

El Reino Unido y Francia desaconsejan todo viaje no esencial a la costa keniana, añadiendo que "los ataques pueden ser indiscriminados en lugares frecuentados por extranjeros, incluyendo hoteles, bares, restaurantes, playas..."

Estas recomendaciones han disuadido a muchos viajeros y han generado malestar entre los propios kenianos, muchos de los cuales consideran que el desempleo de los jóvenes que antes se ganaban la vida con el turismo sólo exacerba el problema de inseguridad.

Un post en Facebook sobre potenciar el toples levantó la polémica, pero la realidad subyacente es cruda: la falta de oportunidades económicas puede llevar a los jóvenes a unirse a grupos terroristas.

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