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Los Lubitz ven "inconsistente" versión del suicidio del piloto

El padre de Andreas Lubitz, el copiloto del avión de Germanwings que se estrelló en Francia con 150 personas, trató de demostrar que su hijo no era un suicida

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El padre de Andreas Lubitz, el copiloto del avión de Germanwings que se estrelló en Francia con 150 personas a bordo, trató de demostrar hoy, en el segundo aniversario de la catástrofe, que su hijo no era un suicida depresivo y que la versión oficial sobre tragedia se basa en "especulaciones".

"En el momento del accidente mi hijo no padecía depresión", afirmó Günter Lubitz en una conferencia de prensa sobre una catástrofe que no dejó supervivientes y cuyo único responsable, según la Fiscalía francesa, fue su hijo.

El día y la hora elegidos para la rueda de prensa -las 09.30 GMT, la misma en que se estableció por última vez contacto con el vuelo 4U9525, que había partido de Barcelona hacia Düsseldorf- había sido calificado de "afrenta" por representantes de familiares de las víctimas.


"Cualquier otro momento habría sido igualmente criticado", indicó Günter Lubitz, para quien, desde hace dos años, no hay un día mejor que otro, puesto que tanto él, como su esposa y su hijo menor viven a diario un dolor frente al que no hay "consuelo posible".

"Sufrimos un dolor especial y distinto" al de los allegados de "las otras víctimas", dijo, ya que a la pérdida del ser querido se suma que se considere a ese hijo muerto el "único responsable" de la tragedia y se le describa como un "suicida y asesino múltiple".

Andreas Lubitz no pudo "arrastrar a la muerte a otras 149" personas de forma deliberada y planeada, como concluyó la investigación, dijo.

En 2009 sufrió una depresión, que le hizo interrumpir su formación, pero que superó hasta "recuperar la alegría de vivir" y acabar "con notable éxito" sus estudios como piloto, según su padre.

Es cierto que tomaba medicamentos, añadió, y también que había visitado innumerables médicos. Pero el motivo era un transtorno ocular, ante la que no había una "explicación orgánica", lo que derivó en que se le recetaran antidepresivos.

Günter Lubitz admitió no tener respuesta para la pregunta de por qué fue ese día a trabajar su hijo, pese a estar de baja médica, lo que había ocultado a su empleador.

Declinó responder, asimismo, a la pregunta de cuánto había pagado al periodista y experto en aviación Tim van Beveren, autor de un contrainforme en que trata de demostrarse la "inconsistencia" de las conclusiones de la Fiscalía francesa.

Van Beveren, presente en la conferencia de prensa junto con dos abogados, desplegó ante los medios una extensa explicación que arrancó poniendo en duda que puede darse por probado que Lubitz se encerrase en la cabina, aprovechando la ausencia del piloto.

Tampoco está demostrado, a su juicio, que esa persona que se quedó sola en la cabina y aparentemente hizo estrellarse el avión contra los Alpes franceses estuviera consciente.

Su respiración quedó registrada en las grabaciones, pero no se aprecia ninguna "alteración en su frecuencia", ni cuando se le insta a abrir, a gritos y golpes, la puerta que aparentemente había bloqueado, ni tampoco en el momento del impacto.

"48 horas después del accidente, la fiscalía dio por buena la culpabilidad del copiloto. Y ya no se movió de ahí", consideró.

Van Beveren admitió no tener una versión alternativa sobre qué pudo ocurrir a bordo del avión, pero sostuvo que muchas catástrofes aéreas nunca llegan a esclarecerse.

Se actuó con "precipitación", "no se investigó debidamente" y él mismo, tras estudiar las 16.000 páginas de actas de la investigación, no tiene otra versión a contraponer.

Su objetivo, afirmó, es lograr que se reabra la investigación "como es debido", en lugar de sujetarse a esa versión "precipitada", que no llegó a calificar de deliberadamente manipulada.

Van Beveren se escudó en que "los sistemas no siempre reflejan todo" para poder reconstruir lo que pasó en la cabina.

Tampoco trató de dar una explicación al aparente "ensayo" del descenso del aparato que el copiloto hizo, en el vuelo de ida entre Düsseldorf y Barcelona, esa misma mañana. Todo forma parte del conjunto de cuestiones para los que "no se han dado explicaciones consistentes", dijo.

Günter Lubitz rompió su silencio, en nombre de la familia, con una conferencia de prensa de más de dos horas de duración que se había abierto con advertencias a los medios a preservar su esfera privada y a ceñirse las preguntas al informe del experto.

"No tenemos razón alguna para dudar de las conclusiones de la Fiscalía francesa", indicó, por parte del Gobierno alemán, un portavoz del Ministerio de Transportes.

En paralelo a la comparecencia de Lubitz, en la pequeña localidad de Haltern, cercana a Düsseldorf, se celebró una ceremonia por los 16 escolares de secundaria que fallecieron en ese vuelo. EFE

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