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Provincia de Granada

El Policía jubilado acusado de asesinar a su exmujer dice que lo hizo porque se sentía "humillado"

Se dirigió al dormitorio de la víctima, y consciente de que su mujer tomaba tranquilizantes para dormir y "era casi imposible que se defendiera", cogió un hacha de la cocina, que fue "lo primero que encontró", y le golpeó varias veces en la cabeza

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  • El acusado -

El policía jubilado acusado de asesinar a su exmujer ha reconocido los hechos ante el tribunal del jurado que lo enjuicia desde este viernes en la Audiencia de Granada y ha explicado que lo hizo porque "se sentía humillado" y "anulado" en sus casi 30 años de matrimonio, que ha calificado como "un calvario".

   El procesado, Cosme M.C, natural de Jaén y de 67 años, se enfrenta a una petición fiscal de 20 años de cárcel por asesinato con alevosía, la misma condena que solicitan las acusaciones populares ejercidas por el Abogado del Estado en representación de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género y por la Junta de Andalucía. La defensa ha pedido una rebaja de la pena al considerar que los hechos son constitutivos de un delito de homicidio y no de asesinato.

   El expolicía nacional ha relatado que el 21 de marzo de 2011, tras celebrar el día anterior su cumpleaños en el domicilio conyugal --al que regresó tras llevar seis años separado de su esposa-- se levantó "nervioso", desayunó y paseó a su perro.

   Posteriormente, se dirigió al dormitorio de la víctima, y consciente de que su mujer tomaba tranquilizantes para dormir y "era casi imposible que se defendiera", cogió un hacha de la cocina, que fue "lo primero que encontró", y le golpeó varias veces en la cabeza.

   Él dice recordar que le asestó dos o tres golpes, aunque los informes forenses a los que se ha aludido en el juicio señalan que la víctima tenía "24 heridas" en la cabeza a causa de esta arma blanca.

   El procesado ha relatado que "al ver que no conseguía acabar con la vida" de su exmujer, que entonces tenía 69 años, se dirigió de nuevo a la cocina para "buscar algo más efectivo" y cogió una navaja, la cual le clavó en el cuello y giró varias veces para "asegurarse de que estaba muerta".

   Ha negado estar bajo los efectos del alcohol en el momento de los hechos aunque tiempo atrás fue adicto a esta sustancia, aunque sí ha dicho que se tomó un tranquilizante que ingería a diario por prescripción de su médico de cabecera.

   Cosme M.C. ha relatado que tras acabar con la vida de su mujer y cambiarse de ropa se dirigió a un bar donde sabía que solían desayunar miembros de las fuerzas de seguridad y confesó los hechos a unos agentes de la Policía Local. Asegura que se siente "arrepentido" y al inicio de la sesión ha pedido perdón a sus hijos y al resto de la familia de la víctima.

TESTIGOS

   De hecho, en el juicio han declarado como testigos tres policías que se desplazaron al lugar de los hechos tras la confesión del presunto agresor, los cuales han coincidido en señalar que la víctima se encontraba "tendida en la cama boca abajo, ensangrentada y con heridas en las manos" de haber intentado defenderse. Según el testimonio de estas personas, en la vivienda no había indicios de que se hubiera producido una gran discusión.

   También han testificado los dos hijos de la víctima, los cuales han dicho que "nunca" hubieran esperado este desenlace violento y han ratificado las palabras de su padre en cuanto que ya no consumía alcohol pese a que hace un tiempo fue adicto a esta sustancia.

   Según narra el escrito de la Fiscalía, el expolicía mantuvo una discusión con su exmujer, Natividad G.C., y después se marchó a su dormitorio, "donde ideó y decidió que a la mañana siguiente acabaría con la vida" de la misma, y estuvo pensando "toda la noche la manera y el modo de llevarlo a cabo".

   Al día siguiente, el 21 de marzo, Cosme M.C. se levantó sobre las 8,00 horas y, tras asearse, desayunar y sacar al perro, "conforme al plan ideado el día anterior", se dirigió sobre las 8,40 horas al dormitorio donde Natividad se encontraba durmiendo y la golpeó "con ánimo de acabar con su vida" varias veces en la cabeza con una hacha de cocina.

   Al sentir los primeros golpes, la mujer se despertó y le preguntó "¿por qué lo haces?", a lo que el inculpado respondió "que lo hacía para que no le humillara más". Como veía que su exmujer seguía moviéndose y que no conseguía terminar con su vida, se dirigió a la cocina y cogió una navaja clavándosela en el cuello, y girándola varias veces.

   La mujer murió a consecuencia de un shock hipovolémico después de ser degollada por su exmarido, quien, según el informe psico-forense, tiene capacidad intelectiva suficiente para el entendimiento de actos ilícitos y para discernir acerca de la trascendencia y la conveniencia de sus actos.   

   La Fiscalía le atribuye un delito de asesinato por el que, además de la pena de prisión, solicita al procesado el pago de una indemnización de 300.000 euros a los dos hijos del matrimonio, según consta en su escrito de calificación

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