En la presentación de su libro, Carr (1959) se ha preguntado si mientras disfrutamos de las bondades de la Red estamos sacrificando nuestra capacidad para leer y pensar con profundidad.
Nicholas Carr, que descubrió en sí mismo que el uso de la red le restaba concentración y profundidad de análisis, desarrolla en su último libro los argumentos claves sobre las consecuencias intelectuales y culturales de internet.
“Internet nos ofrece picoteos de información -afirma en una entrevista con EFE- cambiamos mensajes en nuestro e-mail, Facebook, Twitter, seguimos varios enlaces pero sin permanecer mucho tiempo en ellos. En definitiva, nos hace mucho más superficiales, menos capaces de concentración, contemplación y reflexión, que cuando leemos un libro físico”.
En su ensayo Carr afirma que “neurológicamente acabamos siendo lo que pensamos”, lo cual no dibuja el futuro del ser humano muy optimista porque la red no nos deja pensar con la profundidad a la que nos obligan los libros.
Opina que vamos a acabar pensando como las máquinas en busca de la eficiencia, “seremos menos humanos”.
Dedica varios capítulos a las últimas investigaciones sobre la neuroplasticidad del cerebro y su capacidad de adaptación a las nuevas tecnologías.