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Reflexiones desde el sofá

Que se vayan todos

El peor concejal de un Gobierno municipal merece más respeto que los políticos que en Madrid siguen gobernando para su propio interés o haciendo un populismo...

Publicado: 12/10/2024 ·
18:23
· Actualizado: 12/10/2024 · 18:23
  • Político.
Autor

José Diego Amores Revuelta

José Diego Amores Revuelta es licenciado en Historia y Archivero con influencia petermanesca

Reflexiones desde el sofá

Columnas de opinión que sólo pretenden invitar a la reflexión del lector sobre temas de actualidad

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Esta semana anunció su retirada de los campos de juego el futbolista Andrés Iniesta, un jugador que pasará a la historia de este deporte por ser quien marcó el gol del primer y, hasta ahora, único título mundial para la selección española. En una entrevista ofrecida a una radio nacional esta semana, afirmaba que fue una época muy dura la que vivió cuando la crispación provocada por los entrenadores de Real Madrid y Barcelona les envolvió en el campo de juego, afectando a los compañeros de la selección nacional. Sin embargo, cuando volvió la cordialidad, aparecieron los títulos para el combinado nacional. Qué pena que los representantes políticos de los grandes partidos de este país no hayan aprendido esa lección, que tan buen resultado trajo para el deporte español.

La prensa nacional se hace eco a diario de los combates dialécticos en la Cámara Alta y el Congreso de los Diputados. Ya sabemos que desde el Gobierno estatal se puede cambiar de opinión o falsear la realidad cuantas veces sea necesario para mantener una mayoría suficiente que les permita gobernar, bien o mal, esta España que cada día vuelve a helarte el corazón, por mucho calor que haga. Sin embargo, hay cosas que un ciudadano no debería tolerar, como la tomadura de pelo del político apoltronado que no mueve un dedo para defender los derechos de quienes representa.

Sinceramente, a mí me parece que la condena por asesinar a una persona de manera intencionada y por una cuestión ideológica debería tener una pena más prolongada en el tiempo. Creo que esta es una opinión ampliamente compartida en la población de este país, al menos en los tiempos en que no se alimentaban los extremismos políticos. Por eso me parece inaceptable que se reduzcan las condenas de un terrorista simplemente porque ha cumplido parte de su condena fuera del país. Puedo entenderlo en otro tipo de delitos, pero no en el caso de asesinato.

Pero, ¿qué me dicen de la ilustre y repeinada oposición de este país, que se permite el lujo de reconocer que cometieron un error porque el Gobierno de España los engañó? A ver, ¿cuántos asesores tienen en el Congreso de los Diputados los representantes de estos partidos? ¿Cuántas destituciones se han producido? ¿Qué ejemplos están dando de forma populista y vergonzosa para justificar un error injustificable? ¿De verdad esta es la alternativa de Gobierno de este país? ¿Una oposición que no lee, o si lee, no interpreta, y vota sin saber qué ha votado?

Es curioso cuando en las políticas locales se ataca por el sueldo que ganan los gobiernos de las localidades, o por los asesores o personas de confianza que han contratado. El peor concejal de un Gobierno municipal merece más respeto que los políticos que en Madrid siguen gobernando para su propio interés o haciendo un populismo retrógrado, con sueldos que duplican o triplican los de los concejales. Estos últimos, sin medios económicos, tienen que patearse las calles de su pueblo o su provincia para buscar la financiación necesaria para llevar a cabo cualquier proyecto o abonar las nóminas de sus trabajadores. Que se vayan todos a su casa, que se vayan a ver Netflix y dejen de humillar al Estado español. Que se acabe la fiesta, para todos, también para los que se financian a costa del dinero de otros. Que se vayan y dejen que este país lo gobiernen los anárquicos ilusos que trabajan cada día por mejorar sus familias, sus pueblos y a su gente. Que dejen de "arreglar" paseos marítimos y de sugerir cómo solucionar los problemas económicos de nuestros pueblos. O lo solucionan, o que se vayan a sus casas y no vuelvan a representar a nadie más que a sí mismos. ¡Que se vayan todos ya!

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