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El cementerio de los ingleses

La distópica evolución de la estupidez

Tenía razón Don Jesús Quintero: la nueva clase dominante será siempre la clase dominada

Publicado: 19/01/2025 ·
13:40
· Actualizado: 19/01/2025 · 13:40
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Autor

John Sullivan

John Sullivan es escritor, nacido en San Fernando. Debuta en 2021 con su primer libro, ‘Nombres de Mujer’

El cementerio de los ingleses

El autor mira a la realidad de frente para comprenderla y proponer un debate moderado

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Los analfabetos de ahora son los peores porque han tenido acceso a la educación: saben leer y escribir, pero no ejercen”. “El mercado cada vez los cuida más y piensa más en ellos; todo es superficial, frívolo, elemental, primario... para que ellos puedan entenderlo y digerirlo”. “Son socialmente la nueva clase dominante aunque siempre será la clase dominada”. Estas frases seguro que les suenan del vídeo sobre los analfabetos de hoy día, del añorado Jesús Quintero, que en los últimos años se vuelve a viralizar de vez en cuando y de cuando en vez. Y no, no es algo casual.

Ya hace tiempo, en otra columna, les hablé de la generación (en el sentido de producir) de idiotas. El establishment los necesita para mantener el statu quo y que nada cambie. Cuanta menos gente se haga preguntas, menos gente preguntará por qué, cómo se podría hacer o si existe otra manera. Cuanto menos cuestionamiento, menos teorías discordantes y menos rebelión ante las botas de los de siempre pisoteando a los de siempre. Y así andamos, creyendo premisas absurdas y creyendo lo increíble. Y lo peor es que ya se encargan de que nosotros mismos les hagamos el trabajo.

En una charla escolar, hace mucho tiempo, oí a un pedagogo decir que los niños necesitan tiempo para aburrirse. Sólo así, buscarán formas de entretenerse: las clásicas travesuras, algún juego pese a no tener a mano juguetes o, yendo a lo más básico, el mítico e infalible repiqueteo sobre cualquier cosa que usar de tambor marcando algún ritmo que se le ocurra. En otras palabras, desarrollar la imaginación. Eso no gusta a aquellos a quienes ver pensar al adversario (el pueblo llano) les produce urticaria y diarrea. ¿Solución? Atiborrar a los pequeños de actividades extraescolares. Como decía Dani Rovira en un monólogo, “si hay niños echándose a fumar para tener derecho a salir diez minutos”.

Una vez cascada la imaginación, sólo queda darles contenidos atractivos aunque no sean adecuados por cualquier vía. Desde vídeos cómicos en cualquier red social (que ya me dirán qué hace un crío con móvil y redes sociales) hasta vídeos de deportes de combate, animales objeto de las más crueles trastadas o esos contenidos rancios que tanto potencian los algoritmos de Internet. Entre que los padres no aplican el PIN parental a los terminales de sus hijos y que si capas su móvil ya verán el de otro niño, la falta de imaginación e interés por el pensamiento queda plantado cual distópica semilla en el jardín de una generación entera.

El resto es esperar. Mientras ríen el zasca, no entienden el mensaje. Mientras les explicas el mensaje, se aburren y ahí ejercitan la imaginación... apenas lo justo para mandarte a la mierda. Y siguen consumiendo, como diría el gran Quintero, “los crímenes más brutales y los más sucios trapos de portera”; siguen buscando que les diviertan, que les distraigan, tragan bulos porque no se paran a pensar, apoyan causas inmundas porque sus referentes mediáticos (youtubers, tiktokers, etc.) se los exponen sin pensar si las consecuencias les serán o no favorables... Y así hemos tenido a latinos apoyando a Trump, a trabajadores defendiendo condiciones indignas en el trabajo y oponiéndose a cualquier avance, incluso he oído a trabajadores temiendo el apocalipsis que representaba la subida del salario mínimo.

Tenía razón Don Jesús Quintero: la nueva clase dominante será siempre la clase dominada. Para que venga algún conspiranoico a decirme que hacía falta montar una pandemia pandemia para esto...

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