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Saboreando

Fumar y la falta de respeto

Quienes eligen fumar, y a menudo se sienten atacados por las restricciones en su libertad, deben recordar que sus derechos terminan cuando afectan a los demás

Publicado: 23/03/2025 ·
14:14
· Actualizado: 23/03/2025 · 14:14
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Autor

Pepe Oneto

Además de cocinero y docente culinario, comunicador, especialmente gastronómico, en prensa escrita, radio, televisión e Internet y escéptico por naturaleza

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La educación y el respeto mutuo son pilares fundamentales en cualquier sociedad, y es lamentable observar cómo, a menudo, ciertos comportamientos parecen ignorarlos por completo. En particular, uno de los hábitos más dañinos y molestos es el consumo de tabaco en lugares donde está claramente prohibido fumar, ya sea por la ley o por el simple sentido común. Lamentablemente, muchas personas parecen no entender que su libertad termina donde empieza la de los demás, y continúan ignorando las normas y las sensibilidades de quienes no fumamos.

He tenido que vivir situaciones en las que me siento completamente frustrado al ver que en lugares públicos, como terrazas semicerradas o zonas al aire libre, se ignoran las señales visibles que prohíben fumar. Carteles claros y visibles que cumplen con las normativas y leyes vigentes, pero que no parecen tener ningún valor para algunos fumadores que, a pesar de saber que están vulnerando el espacio de los demás, siguen encendiendo su cigarro sin preocuparse por el perjuicio que causan.

En estos lugares, donde las restricciones son claras y la normativa es conocida, ¿por qué algunos continúan con este comportamiento tan irrespetuoso? Es importante recordar que no todos los fumadores actúan de esta manera, pero es innegable que una parte significativa parece carecer de la educación básica para reconocer cuando su hábito afecta a los demás. Todos tenemos libertad para hacer lo que deseemos con nuestra vida, pero esa libertad no debe atropellar el derecho de los demás a disfrutar de un espacio libre de humo, sin tener que soportar las consecuencias de una adicción que no hemos elegido.

Fumar en lugares donde está prohibido no solo es una violación de la ley, sino también una falta de consideración hacia quienes no consumen tabaco. Es profundamente molesto ver cómo, en muchas ocasiones, me veo obligado a levantarme y abandonar un lugar, aún sabiendo que estoy en un espacio donde el fumar está explícitamente prohibido. La actitud de algunos fumadores, que a pesar de ser conscientes de que están molestando a quienes les rodean, siguen con su hábito sin importarle lo más mínimo el bienestar ajeno, refleja un nivel alarmante de insensibilidad y falta de educación.

Este tipo de comportamientos se está convirtiendo en algo cada vez más común y preocupante, y ya basta de tolerarlo. La mala educación no tiene límites, y parece que muchas personas no se dan cuenta de que su falta de respeto está afectando no solo a la convivencia social, sino a la salud y el bienestar de los demás. Es como si viviéramos en una especie de “película de Almodóvar”, donde la irracionalidad y el egoísmo parecen ser la norma, y no la excepción. Es fundamental reflexionar sobre lo que realmente está en juego. Los fumadores, al fin y al cabo, no solo están perjudicando a los demás, sino que también están dañando su propia salud de manera irreversible.

El tabaco es una de las principales causas de enfermedades graves como el cáncer de pulmón, enfermedades respiratorias crónicas y otros trastornos severos que, lamentablemente, están vinculados a esta adicción. Cada persona es libre de tomar sus propias decisiones, pero en el momento en que esas decisiones afectan la vida y la salud de quienes no comparten esos hábitos, el respeto debe prevalecer. No podemos seguir permitiendo que se sigan atropellando nuestros derechos a respirar aire limpio.

Quienes eligen fumar, y que a menudo se sienten atacados por las restricciones en su libertad, deben recordar que sus derechos terminan cuando afectan a los demás. Es momento de que la conciencia colectiva crezca y que cada uno de nosotros entienda que vivir en sociedad implica respetar las normas y a las personas que nos rodean.

No se trata de atacar a los fumadores ni de criminalizar el acto de fumar en sí, sino de exigir un mínimo de civismo y respeto en espacios comunes. Quienes fuman, tienen la responsabilidad de hacerlo en lugares adecuados, sin interferir en el bienestar de los demás, y con la conciencia de que sus decisiones, aunque personales, tienen un impacto en la vida de otros.

Es hora de que la educación, el respeto y la conciencia social prevalezcan sobre los malos hábitos y la indiferencia. Ya está bien de tanta falta de respeto, de tanta mala educación. Es hora de actuar y hacer de este un lugar donde todos podamos convivir con dignidad y sin tener que tolerar comportamientos que nos afectan negativamente. La libertad de uno no debe ser a costa de la salud y el bienestar de los demás.

 

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