Hasta el viernes por la noche, todo perfecto. Buen día que abría María La Mónica y que cerraba Pepe Begines y su grupo, el alma de No me pises que llevo chanclas, un grupo que tiene un lugar en la historia de la música porque sonaba bien, pero sobre todo por su estilo inconfundible, esas letras surrealistas que lo mismo hablan de la anciana del pueblo que quiere conocer al chaval por la pinta y por el nombre de su familia, que de Kennedy o del alcalde de Chicago que es un malage porque no deja poner en su pueblo una plaza de toros portátil.
Pepe Begines ya no tiene detrás a esa más de media docena de músicos que hizo universal el nombre de Los Palacios, que constató lo lejos que está Japón y que puso el sello del agropop a una forma de entender las cosas. Pero Pepe Begines era el alma y alma camina sola, a penas con dos amigos para seguir sonando igual de bien y contando las mismas cosas. Algunas de la profundidad de la disensión ante los nombres que Dios puso a los animales.
El público encantado y la Feria de Estero con lo que se pensó que sería, una gran fiesta en la plaza del Rey que se tuvo que aplazar, que no suspender, a este fin de semana y que ha resultado más lluvioso que el anterior. Al menos hasta este sábado.
Pero ya no había marcha atrás. Se suspendieron las actividades infantiles previstas para la jornada de este sábado y del resto se celebra lo que se puede, en el caso de que la gente acuda a un evento que tiene el nombre de estero como símbolo y que en un estero se le ha convertido la plaza del Rey.
Ya por la noche ha hecho una clarita, suficiente para que suba al escenario un nuevo grupo. ¿Quién dijo miedo?
