Ahora lo hacen a través del programa denominado Libera (SEO/Birdlife-Ecoembes), pero los voluntarios que se reúnen en la asociación Islakayak lo vienen haciendo desde hace cinco años.
En verano aprovechan para dar a conocer el Parque Natural en kayak, haciendo escala en casas salineras y en espacios en los que es imposible entrar. Esto es, ofreciendo una imagen distinta del Parque y enamorando a la mayoría.
En invierno -sobre todo, porque también lo hacen en verano- toca limpiar todo aquello que llega a la zona protegida procedente de la ciudad, bien con el viento o con aquellas personas que no tienen reparos en usar el Caño de Sancti Petri como vertedero. Este domingo cogieron los kayak y recogieron la basura desde el puente Zuazo al Zaporito y luego por los caños menores.
Otro grupo limpió la zona del paseo marítimo a mano hasta que sobre la una y media de la tarde coincidieron todos en el pantalán de la Magdalena con muchas bolsas de basura y com muchas botellas.
Francisco Garri, el alma mater de estas iniciativas junto con Andrés Prián, explica cómo llega tanta basura a los caños, algo que parece inconcebible si se habla de las inmediaciones de los restos de una casa salinera a más de un kilómetro de la orilla.
“Esta es zona de movida por las noches”, dice Garri refiriéndose al paseo marítimo -o lo que queda de él- de la Magdalena. Tiran las bolsas y las botellas al caño y las mareas se encargan de transportarlas a los rincones más insospechados.
De ahí que necesiten las piragüas para llegar a todos los rincones, mientras que la basura que se acumula en la orilla del caño que es la más llamativa procede del mercadillo de los jueves en la Magdalena. Si hace viento, hace todo el mal trabajo.
Mientras ellos limpian una basura “que no es nuestra, pero es nuestro problema”.
Y el problema lo señalan con la mano: la basura que han recogido y la que queda por los caños.