Sobre beligerancia y atributos masculinos

Publicado: 16/11/2020
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Que coraje: el violento es pichicorto. ¿Quieren más? Desde ahora no se puede poner sobre la mesa porque ponerlo es violento, como el personaje de García Márquez
Descubierto por la prodigiosa lumbreras, nos deja en bragas. Bueno, en calzoncillos, en slip, en bóxer, más moderno. Vamos, anonadados. Con su descubrimiento nos ha dejado al descubierto; si después de esto daría igual pasear desnudos por la calle, si no fuera por el frío invernal, el bronceado excesivo del verano y el riesgo de los ultravioleta. Y por la ley, claro. Que íbamos a levantar la economía patria de tanta multa. A ver esos atletas, menos mal que presumen de bíceps, tríceps y pectorales, y ahora son muy recatados en el gimnasio. Verán, hay una forma de disimular: ser suavecitos, cariñosos, permisivos, sutiles, dulces. Y aguantarlo todo, lo contrario de ir a guantás, que esos son los que se descubren al momento, gracias al descubrimiento lumbreroso.


Que coraje: el violento es pichicorto. ¿Quieren más? Desde ahora no se puede poner sobre la mesa porque ponerlo es violento, como el personaje de García Márquez y como el hecho de ponerlo, que está feo. No se puede poner por ser violento y para no ganarse las risas de los espectadores, ganas de acomplejar al pobre burlado por su carencia y encogido con ella. Doble mal para la pareja. O no, que la pareja lo tiene ahora más fácil, una ojeada antes de empezar permite ver si el parejo de la pareja es violento y se puede huir de él y de reír por su tamaño ¿no será la risa lo que violenta? Pué que sí, pué que no, pero lo más seguro es que quien sabe. No hay ni que desabrocharlo, basta con palpar -vuelta al personaje garciamarquéz- para saber si se corre peligro a su vera, para no estar siempre a la verita suya. Al palpado le puede producir ilusión, como al ya repetido, o decepcionarle, que es también la desilusión de quien le palpa, o le mira, es igual. Pero no por la medida, por la ilusión perdida al comprobar su pasión por la violencia.


Hay que ver. Tantos siglos por descubrir. Pues los bárbaros del norte, los vándalos, los visigodos, debían ser mini-dotados, porque brutotes eran con agonía a juzgar por sus destrozos. Y los hunos ya mejor ni pensarlo. Los búlgaros de hoy, descendientes de los hunos del Volga son más sosegados, eso debe ser que les ha crecido. Una muestra de madurez porque ya no son bárbaros. Pero si bárbaro era el niño de la soledad centenaria ¿en qué quedamos?


“El que no cumple suple su carencia con violencia” ha sido tajante la concejal de Justicia Social de Palma de Mallorca. Después se enfadará de las risas. Así que beligerancia masculina inversa proporción a tamaño de sus atributos. Machismo ibérico versus formato del pene. A menos dotación más beligerancia. Lo sostiene la lumbreras prodigiosa “el mandato patriarcal valora mucho el tamaño de los genitales masculinos y asocia su medida a la idea de potencia…” Vamos a ver y los griegos que le “endiñaban” a los persas ¿no dar importancia al tamaño era para justificarse? La parte positiva: decir a los violentos “-Anda, desnúdate”. Y arrugados, como su aparatito, se irán antes de provocar la risa con lo que su víctima se habrá librado. Fácil ¿no? ¿Ven almas de cántaro, como hay remedio para todo? ¿Qué sería de nosotros sin la iluminación de seres como la concejal? Y la mujer violenta ¿cómo se mide? ventaja del género.

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