La desigualdad para las mujeres españolas se concentra en el mercado laboral, un ámbito en el que la discriminación viene dada por una división sexual del trabajo que la estadística corrobora y que otorga a la mujer el papel de cuidadora principal y al hombre el de sustentador principal de la familia.
En España el 42 % de las mujeres inactivas de 20 a 64 años está dedicada a tareas de cuidados, frente a un 5,1 % de hombres, según los últimos datos de Eurostat de 2018, unos valores que se sitúan por encima de la media de la UE, que es del 31 % para las mujeres y del 4,2 % para los hombres.
Solo Noruega, Dinamarca, Islandia y Suecia tienen tasas por debajo del 10 % para las mujeres, que en todo caso son superiores a las de los hombres, lo que constata que en toda Europa son las mujeres las que salen en mayor medida del mercado laboral cuando hay alguien que cuidar en la familia.
Según Eurostat, la brecha salarial en España es del 14 % teniendo en cuenta la retribución media por hora sin ajustar, tasa inferior a la media de la UE del 14,8 %, si bien el dato más reciente del Instituto Nacional de Estadística de 2017 la eleva al 21,9 %, ya que toma como referencia el salario anual y parámetros como la ocupación, la jornada o el tipo de contrato.
El que las mujeres españolas concentren el 74 % del empleo a tiempo parcial y el que los complementos y pluses salariales beneficien mayoritariamente a los hombres son algunos de los factores indirectos que abren la grieta salarial entre sexos, a pesar de que en España es ilegal pagar diferente salario por igual trabajo.
En recientes artículos sobre igualdad y transparencia salarial, la Comisión Europea incide en que la desigualdad en el reparto del trabajo doméstico y de cuidados conduce a las mujeres a puestos de trabajo y a sectores peor pagados, y limita su progresión profesional.
Ocurre también que los trabajos que requieren esfuerzo físico y suelen realizar los hombres están mejor valorados que otros realizados mayoritariamente por mujeres, aunque requieran capacidades parecidas.
De acuerdo con la clasificación que elabora el World Economic Forum, España se sitúa en 2020 como el octavo país del mundo con menor brecha de género en términos generales, cuando en 2018 ocupaba el puesto 21, una mejora que se ha centrado en el ámbito político, por la igualdad en la composición del Gobierno y la casi paridad lograda en el Parlamento.
Junto con la política, España es igualitaria en el acceso a la educación, mientras que en el ámbito de la salud es mayor la esperanza de vida para las mujeres.
La cuarta pata de este indicador global es la economía, medida por la participación en el mercado laboral y la presencia en posiciones de liderazgo, un ámbito en el que la brecha se agranda, sobre todo en lo que respecta al salario, un aspecto en el que España se sitúa a la cola de la clasificación, pasando al puesto 115 de 153 países.
A ello se suma que el desempleo es superior entre las mujeres y que también son ellas las que trabajan en mayor medida a tiempo parcial.
En lo que tiene que ver con la presencia en juntas directivas de empresas, los hombres copan el 78 % de los puestos, frente al 22 % de las mujeres, según los datos del indicador del World Economic Forum.
Las diferencias son también ostensibles en la formación, en la que todavía pesan unos roles de género que alejan a las mujeres de las denominadas "áreas STEM" (ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas) y les otorgan una presencia mayoritaria en el ámbito de las profesiones sanitarias y educativas.