Desde por la mañana los cofrades miraban al cielo esperanzados en que el pronóstico del tiempo no se cumpliera para que el Señor de la Sentencia pudiera salir a la calle como él sólo sabe. Aires flamencos desde la Merced mecieron a los gaditanos y forasteros en un mar de sentimientos. Personas venidas de distintas partes de Andalucía. Cádiz inundada de público deseoso de conocer un trocito de nuestra Semana Santa, y con ganas de disfrutar del inconfundible sello de esta hermandad. Cofradía que huele a hermandad en la calle, todos en su sitio acompañando al Señor de sus amores.
El misterio recuperó la estética de tiempos pasados. Con Poncio Pilatos de pie fijando su mirada en el Reo que para la ocasión lucía su túnica más antigua. Los ojos de la Sentencia cautivaron a todo aquel que se ponía por delante. Y todo con un rosario de música detrás que hacía que la escena se volviera aún más tétrica, aún más sobrecogedora, aún más gaditana. Sentencia y Rosario, Rosario y Sentencia. Un híbrido que funciona a la perfección.
Pero en medio de tanta emoción había que actuar con cabeza. La Hermandad no tenía buenos pronósticos para las once de la noche, razón por la cual decidieron acortar el recorrido para recogerse antes de la hora prevista. Ya en la Plaza de las Canastas empezaron a caer unas gotas que sólo quedaron en eso, pero la junta de gobierno por precaución decidió no tentar a la suerte y llevar al Señor a su casa lo antes posible. Enhorabuena a los hermanos por estos 75 años. Que sean muchos más.
Mientras tanto, en el otro extremo del casco histórico, en el barrio de San Lorenzo, la Solemnidad más absoluta. La Hermandad del Descendimiento salía con la Virgen de los Dolores en rosario vespertino. Un acto que se diseñó de una manera especial por encuadrarse dentro del 350 aniversario de fundación de esta cofradía de negro. Un contrapunto perfecto a la jornada del sábado.
