Con más calor que frío y más viento que calma, pasamos este anómalo carnaval, sacado de las pandémicas mentes de sus inventores, en una fecha que a los más veteranos, nos recordaba los años de censura; pero por fortuna, autores y cantantes, desnudaron sus almas denunciando lo que pensaban sin temor a represalia azul y roja. Este año 2022 será recordado porque tuvimos dos carnavales: uno de vacunas, antígenos y “mascarillas”, y otro de sudores, calores y ‘bochornos’. Aunque ninguno de los dos contó con la aprobación y participación de todos (quizás tuviera algo que ver las ampollitas de la viruela del mono). Lo cierto que cada uno cantaron sus letras cuando les dio la gana, bien en febrero-marzo o mayo-junio, lanzando dardos envenenados a los corazones insensibles o molestando conciencias sin remordimientos, pero seguro que sus te quiero, sus piropos, sus ironías..., traspasaron las ‘sentrañas’ de los más aficionados, para convertirse en leyendas colgadas en la historia de los tiempos ¿Quién no recuerda un verso, una copla, un estribillo?
Por desgracia desde el mes de febrero (carnestolendas), un hijo de puta levantaba su telón de acero; quizás con la idea de construir otro muro de Berlín, y ante la mirada de un mundo insensible e insolidario, ha organizado su particular ‘carnival militar’, provocando un sangriento espectáculo de muerte, hambre y destrucción, a un país que aspiraba ser libre llevando por bandera sus colores ‘amarillo y azul’. Pero la vieja Europa que, como decía el Peña: –más que vieja está chocheando–, sorda, muda y ciega, no ha querido considerar los gritos de lamento del pueblo ucraniano, que muere luchando con tenacidad y valor en su ‘sangrienta rapsodia’, llamando a las puertas de una mentira llamada Mercado Común. Aún no logro entender que se permita un genocidio de tal magnitud, y los dirigentes del mundo, en su carnaval de relaciones, intercambios e intereses políticos, permita que un loco, odiado y maldecido por todos, ponga en peligro la seguridad mundial, tolerando un holocausto contra el pueblo ucraniano en pleno siglo XXI.
Casi sin darnos cuenta, en Andalucía se sucedía el ‘carnaval electoral’, protagonizado por los especialistas de la farándula política, y que a falta de plumeros, máscaras y antifaces, estos mediáticos actores, exhibían en carteles y pancartas “sus imágenes y semejanzas”; claro está, retocando arrugas y otros defectos que dejara entrever la falsedad de sus verdaderos rostros. Aunque por mucho que las recompongan se les ve el plumero. Y así, como papagayos mecanizados, esbozaron repertorios preparados por sus “asensores”, prometiendo lo que no cumplirán y diciendo lo que no pensaban, para mostrarse; ahora sí, con máscaras y caretas de una piel curtida y dura, pasarán cuatro años, incumpliendo, vulnerando o engañando al estilo de José Luis Morenos, Macario y Rockefeller.
Al final, Juan Manuel Moreno Bonilla –que nada tendrá que ver con el mediático ventrílocuo apodado ‘el moreno’–, salió victorioso en el concurso de Andalucía con más puntos que los ‘Insumisos’ de Martínez Ares. Particularmente me alegro, porque, afortunadamente: mujeres, inmigrantes, feministas, menas y muchos más, podrán estar algo más tranquilos, ya que en el palacio de San Telmo “¡Santiago y encierra, España!” se ha quedado ‘sin vox’.